DEMOCRACIA INTERCULTURAL PARA LA IGUALDAD
DEMOCRACIA INTERCULTURAL PARA LA IGUALDAD
El respeto y reconocimiento de todas las culturas, desde una perspectiva de derechos humanos, marca la pauta para una sociedad multicultural.
A partir de este enfoque, se visibiliza la diversidad de grupos presentes en un mismo territorio coma una realidad social. Asimismo, se exalta la importancia de sus saberes, los cuales forman parte de la historia y de la pluralidad cultural de México.
Actualmente, las personas originarias de pueblos y comunidades étnicas, como las poblaciones indígenas o afrodescendientes, se colocan en esta visión, pues exigen la igualdad de condiciones y derechos, el reconocimiento de sus costumbres, tradiciones, lengua y raíces, así como el respeto a su identidad colectiva.
Este enfoque multicultural difunde y promueve transitar hacia la inclusión y la igualdad, a pesar de la brecha histórica generada por diversas causas que han afectado la plena integración de estas comunidades a la nación mexicana.
DESIGUALDADES EN EL ÁMBITO COTIDIANO
El proceso de globalización social y cultural que vive la humanidad genera constantes cambios en los modelos económicos, produce avances tecnológicos, acerca a diferentes culturas, mercados y formas de vida a través de distintos medios de comunicación. No obstante, también provoca migración, desplazamiento, pobreza, violencia de género. Cuando los roles sociales se trastocan, las mujeres se incorporan al sistema de producción capitalista en espacios precarios; las sociedades modernas enfrentan el reto de reducir las brechas de desigualdad. Ello resulta en nuevas formas de relación con diversas sociedades e individuos de otras culturas, saberes y lenguas.
Las desigualdades se han multiplicado, por ello, es fundamental, como integrantes del complejo social, participar de manera activa en impulsar y fortalecer la interculturalidad, la inclusión y la perspectiva de género. La visión incluyente promueve el respeto y la tolerancia por las diferencias, erradica los prejuicios y estereotipos asociados a las personas socialmente marginadas y precarizadas. La finalidad es generar una convivencia armoniosa e impulsar intercambios entre los diferentes grupos, sin considerar, falsamente, que uno es superior a otro.
La interculturalidad, como cualidad de la interacción entre personas y grupos con culturas e intereses diversos, fortalece los derechos humanos. En la interculturalidad, todas las expresiones son valiosas. Para llegar a ese punto, es necesario establecer el diálogo y el respeto mutuo. Esto da firmeza a las formas de vida en la diversidad, porque, en la globalización social y cultural, las personas comparten un espacio común.
La brecha de desigualdad, como resultado de la concentración del dinero y el poder en un grupo minoritario es un problema vigente en las sociedades. A pesar de las luchas sociales de los siglos XIX y XX, no se logra aún que todas las personas puedan ejercer sus derechos en condiciones democráticas e igualitarias.
En el ámbito cotidiano, algunas desigualdades son, por ejemplo, carencia de servicios y atención a las necesidades básicas, como la salud, la vivienda digna, la educación y la alimentación nutritiva. Estas carencias son consideradas violaciones a los derechos humanos. La desigualdad propicia un lento crecimiento económico y aumenta la pobreza y la exclusión social.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (lnegi) señala que en México, en el año 2020, 44.86 millones de personas se encontraban en pobreza moderada, mientras que 10.79 millones estaban en pobreza extrema. Esta medición de la pobreza muestra el nivel de calidad de vida al que pueden tener acceso los habitantes de las distintas entidades federativas. Se evidencia, además, que la pobreza económica, social y laboral agudiza la brecha en otros servicios, como educación, salud y vivienda.
La reducción de oportunidades para acceder a la educación es un factor de desigualdad social que requiere ser analizado con especial atención porque influye en la era de la democracia moderna, en el desarrollo personal, profesional y económico. Hoy en día, la poca accesibilidad a la educación por la situación económica de las comunidades provoca mayores niveles de deserción en las familias de escasos recursos. Por lo general, estos grupos son los mas afectados debido a la necesidad de obtener un empleo a edad temprana.
Asimismo, existen oportunidades de acceso a la educación basadas en esquemas propios de las comunidades. Por ejemplo, organismos públicos como el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) brindan servicios de educación comunitaria a niñas, niños y adolescentes que habitan en localidades de alta y muy alta marginación, sitios donde no es posible contar con un servicio educativo regular.
La desigualdad de género afecta el acceso a la educación de mujeres y niñas. Con base en roles y estereotipos de género, se les asignan tareas en el hogar y en su esquema familiar, lo que imposibilita el desarrollo personal y profesional de ambos grupos, y reduce el acceso a otras oportunidades económicas y laborales. Desde una perspectiva de género con enfoque de inclusión, equidad e interculturalidad, es necesario atender las necesidades de las personas que social e históricamente han sido colocadas en situaciones de desventaja.
Las desigualdades en los ámbitos de la vida cotidiana más relevantes en la sociedad actual no solo son la pobreza o la exclusión social, sino también la obstaculización de derechos como el acceso a la educación, la igualdad y equidad de género, la inclusión de grupos étnicos, las luchas ideológicas derivadas de los credos religiosos, así como la diversidad de género. Todo depende de las construcciones sociales que se derivan de modelos económicos y políticos en las naciones.
Para reducir las brechas de desigualdad en un país, se deben revisar de forma general las políticas sociales, económicas e, incluso, culturales. Con ello, se logra reestablecer un sistema gubernamental capaz de rediseñar estrategias dentro de su propia democracia, las cuales permitan a los habitantes acceder a todo tipo de oportunidades.
CREACIÓN DE ESPACIOS SEGUROS, DE RELACIONES INTERCULTURALES, DE INCLUSIÓN Y CON PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA REDUCIR BRECHAS DE DESIGUALDAD
La igualdad, como condición indispensable y principio de no exclusión, permite que todas las personas tengan los mismos derechos en los aspectos social, político, educativo, económico y cultural. En México, este derecho de igualdad se expresa en los artículos 1°, 2°, 4° 12° y 13° de la Constitución Mexicana de los Estados Unidos Mexicanos, entre los cuales destacan los principios de goce de derechos humanos sin importar genera, nacionalidad, edad, color de piel; se prohíbe la esclavitud, se promueve la libertad e igualdad entre hombres y mujeres, se procura que ninguna persona o institución goce de privilegios por encima de otras. No obstante, en la vida cotidiana se pueden presentar situaciones de discriminación y violencia contrarias a estos derechos. Por tal razón, es importante identificarlas y crear espacios seguros en casa, en la escuela, en las redes digitales y en la comunidad. De esta manera, se promueven relaciones interculturales, de inclusión y con perspectiva de equidad de genera para reducir la desigualdad en los diferentes ámbitos de la vida.
Actualmente, el gobierno tiene la tarea de superar los obstáculos que impiden a la ciudadanía acceder plenamente a sus derechos en igualdad de condiciones y en todos los espacios de la vida social, educativa, cultural y económica. Se han diseñado políticas públicas con medidas y propuestas concretas para establecer relaciones interculturales mas incluyentes y con perspectiva de genero, a fin de reducir las brechas de desigualdad en el acceso a la educación, al trabajo, a la movilidad, así como aquellas provocadas por la reproducción de los roles de género y estereotipos que afectan a mujeres y hombres. Si bien es cierto que el Estado debe generar las condiciones para garantizar el pleno acceso a los derechos, así como promover leyes para salvaguardar la seguridad, también es necesaria la participación de la sociedad. En este sentido, reconocer principios éticos como el respeto y el reconocimiento de los otros es un largo aprendizaje de participación activa, bajo un profundo respeto por los ideales de la libertad y dignidad (Rawls, 1990). Es necesario tomar parte de esta situación y fomentar la participación de todas las personas para impulsar el buen trato, construir conjuntamente espacios seguros en los que se respete y reconozca la multiculturalidad y la diversidad.
Además de los programas, proyectos, acciones y leyes que el Estado impulsa para reducir la desigualdad y crear espacios seguros, es muy importante que la ciudadanía identifique aquellas situaciones que ponen en riesgo, en desventaja o generan brechas sociales entre las personas por razones de sexo, género, origen u otras condiciones limitantes de la participación social. Por ejemplo, es necesario saber que sucede en las calles, los parques, el transporte público, las escuelas, las plazas, el trabajo, los espacios virtuales (como las redes sociales) y en los hogares para atender o prevenir cualquier situación de desigualdad, exclusión o violencia.
Algunos riesgos presentes en el espacio público son, por ejemplo, el acoso sexual en las escuelas o en la calle, el cual se describe como el tipo de comportamiento de índole sexual realizado contra la voluntad de la persona afectada. Otro riesgo es el hostigamiento sexual, que se puede presentar en los espacios educativos por parte de profesores, estudiantes, directivos, entre otros individuos; la discriminación a las personas por su color de piel, apariencia personal, situación económica o por hablar alguna lengua originaria o solo por pertenecer a una comunidad étnica. Además, existen brechas en la accesibilidad de las personas con discapacidad a bienes y servicios. Es discriminatorio que no puedan transitar libremente por el espacio público debido a que el diseño e infraestructura de las calles, los edificios y el transporte no consideran sus necesidades; asimismo es excluyente que los espacios en las escuelas y los materiales educativos sean inaccesibles para ellas. Esta forma de discriminación también ocurre cuando el profesorado desarrolla actividades no adaptadas ni diseñadas para todos, incluidas las personas con discapacidad.
Como se puede notar, generar espacios seguros es un compromiso en comunidad, y es responsabilidad de todos. Por ejemplo, los estudiantes deben aprender a reconocer y aceptar la diversidad porque, entre otras razones, viven en un país multicultural y de ahí proviene su historia y riqueza cultural. También es fundamental saber que no todas las personas comparten las mismas experiencias ni condiciones económicas, familiares, físicas o de origen. Las diferencias entre las personas no justifica ninguna forma de menosprecio, exclusión, ni violencia contra nadie.
Para generar espacios seguros, es importante conocer los problemas que generan desigualdad; uno de ellos es el acoso escolar. Este se caracteriza por generar daño a estudiantes a través de ofensas, golpes, empujones, bromas o juegos pesados, ocultamiento de pertenencias, burlas o comentarios humillantes. Entre compañeras y compañeros se deben fomentar el respeto y reconocimiento a la diversidad de las culturas y de las personas porque de esa manera se contribuirá a que la escuela sea un espacio seguro.
Es necesario que el Estado y la ciudadanía se comprometan a mantener relaciones interculturales, inclusivas y con perspectiva de género en todos los espacios, de manera que sean seguros para la participación democrática. Ello se puede lograr a partir de la identificación de los problemas, necesidades e intereses de cada comunidad, así como a través de la valoración de los distintos modos de convivencia en una sociedad. Dicha sociedad debe ser entendida como diversa a partir del respeto y el diálogo constante en lo colectivo para fortalecer el acceso a todos los servicios y oportunidades, de tal manera que, paulatinamente, se reduzcan las brechas de desigualdad.
Finalmente, la importancia de generar sitios seguros radica en tomar conciencia de que el espacio no es neutral. Es necesario reconocer que el género, origen, características, condiciones y cultura de cada individuo son factores importantes para su desarrollo. De las relaciones que se establezcan en el espacio público, en la escuela, las plazas o en el hogar dependerá el acceso, la apropiación y el uso de esos espacios. El desarrollo y la seguridad encuentran obstáculos donde prevalecen relaciones basadas en estereotipos, prejuicios, roles sexistas o ideas discriminatorias. Generar espacios seguros favorece la interacción basada en el respeto, la democracia, propicia las relaciones incerculturales, inclusivas y con perspectiva de género.
La igualdad, como un derecho fundamental de la humanidad, es motivo de análisis en las esferas de convivencia de cualquier espacio. Aun prevalecen prácticas, ideas, costumbres y relaciones que mantienen las desigualdades en el ámbito cotidiano, las cuales imposibilitan el acceso a las oportunidades para los grupos que histórica y socialmente han sufrido condiciones de mayor desventaja: niñas, niños, mujeres, personas con discapacidad, la comunidad LGBTTIQ+, así como habitantes de pueblos originarios o comunidades étnicas.
Para cambiar estas brechas de desigualdad y promover el acceso a las oportunidades, es importante generar espacios seguros, de buen trato, democráticos, con perspectiva de género e inclusivos. En dichos espacios se produce un intercambio y mutuo enriquecimiento entre diferentes culturas y personas a través del respeto y el reconocimiento, lo cual les permite desarrollarse en el plano de la protección y el ejercicio de sus derechos humanos.